La construcción original fue realizada a principios de los años 1700 por Dionisia Pérez de Manrique, casada con don Diego José de Velasco, propietario de las tierras de la hacienda y descendiente de una de las primeras familias que llegó con Sebastián de Belalcázar en 1537. Ella contrajo luego segunda nupcias con el Marqués de San Miguel de la Vega, de quien adquirió el título nobiliario. Al fallecer hacia 1740 legó el bien a la comunidad jesuita, la cual la usufructuó por cerca de 30 años, pasando hacia 1770 a ser propiedad de la familia Arboleda, cuyos miembros la administraron hasta 1818, fecha en la cual la adquiere Don José María Mosquera y Figueroa, padre del General Tomas Cipriano de Mosquera, quien la hereda en 1828, y desde entonces ha estado bajo el cuidado de su familia.